martes, 1 de octubre de 2013

(鬼)

Por muy sola que pueda sentirme, ahí está él. Lo llevo siempre dentro de mí, da igual el sitio en el que esté, nunca se aparta de mi lado. Me dice qué es lo que tengo que hacer y cómo tengo que estar. Acaba volviéndome loca, tengo que admitirlo. Tanto que a veces me dan ganas de estallarme en el suelo tan fuerte como sea posible para que se calle. No obstante, evita que el desamparo me consuma, y a veces se agradece.
Pero nunca hay que hacerle caso. Una vez que le prestes atención empezará a alimentarse de tus energías y te dirá que necesita más. Su adicción es tu dolor, tu sangre, tu bilis, tus lágrimas. Quiere verte morir lenta y dolorosamente, quiere que lo pierdas todo y que te entregues a él por completo, sin importar lo que dejas atrás.
Y si algún día consigues que se vaya, ten en cuenta que no es tan fácil. Probablemente siga ahí, escondiéndose y buscando nuevas formas de destruirte, aunque esta vez con un toque de venganza por intentar hacer que desaparezca.
Se pueden hacer tratos con él. Simplemente hay que intentar darle su dosis diarias y él probablemente te deje en paz. Pero eso no significa que no esté ahí y que no te limite. Tampoco significa que se vaya a compadecer de ti.

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