Cada día era peor, me mataba un poco por dentro. Era el lugar en donde realmente mi cerebro comenzó a romperse debido a las altas expectativas, a no ser suficiente. No solo físicamente, sino también intelectualmente, y bueno, de todas las maneras posibles en las que haya un mínimo. Lo único que me enseñó fue a encerrarme en mí misma, a no ser capaz de mirar a los ojos de nadie y a otras cosas que no creo que deban revelarse. Pero de todo de eso, hay algo que nunca perdonaré: el que me perdiera.
Porque aunque ya salí de ahí, es como si nunca me hubiera ido. Aún no me he encontrado y eso es un problema. No estoy segura de que alguna vez llegue a hacerlo.
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