martes, 27 de agosto de 2013

De repente un estallido de luz y color inunda toda la sala. Los ojos me duelen debido al inesperado resplandor e involuntariamente cierro los ojos. Mis párpados se levantan con pesadez mientras observo con inexpresividad el espacio en el que me encuentro. Ya he estado aquí antes, ya me he sentido así. Las ventanas están tapiadas, por lo que es imposible huir. La habitación brilla demasiado, no me gusta. Durante mucho tiempo todo es oscuro y triste, ¿por qué ahora no es igual?
Hay alguien sentado, justo delante de mí. No se quién es, pero en el fondo lo conozco. Ha estado conmigo siempre, pero en este momento no le recuerdo.
De todas formas no quiero hablar con ese individuo, por lo que me doy la vuelta para enfrentar la pared. Me molesta no saber su nombre, por lo tanto le llamaré X, a lo simple.
Aunque no pueda verle, percibo que su boca dibuja una retorcida sonrisa y oigo una irritante carcajada. Los nervios me van consumiendo poco a poco cuando noto que se levanta. Sus pasos resuenan en el sitio, cada vez más cercanos. Se coloca a mi lado e inclina su cara para susurrarme algo. Pero yo no quiero escucharle. Quiero salir de aquí. La desesperación se apodera de mí a la vez que X ríe sin parar.
Sin pensarlo demasiado corro hacia una de las ventanas cerradas con el miedo corriendo por mis venas. No hay tiempo así que con mis propias manos intento quitar las pesadas barras que me impiden llegar hasta mi objetivo. Mis uñas se rompen y se despegan de mis manos a causa de la fuerza que estoy empleando, pero es inútil, no puedo salir. X está conmigo otra vez y ya que no puedo hacer nada me rindo.
Me dejo caer agotada, dañando mis rodillas y miro a X. Ha ganado, resistirme no servirá de nada.
De todas formas, no me importa. Ya casi me he acostumbrado a esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario